Historia de un exilio por Milagros Riera

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El exilio del que se trata es el exilio republicano, se ha escrito mucho sobre él, se ha hablado poco, sobre todo en España, donde durante 40 años se negó su existencia, donde nadie se atrevía a decir que tenía parientes, familias, que habían desaparecido detrás de las hermosas montañas de los Pirineos y que seguramente no volverían a ver, el mero hecho de recibir una carta podría atraer la desgracia de los que aquí quedaron.

Veamos  el porqué de esta súbita desaparición de casi medio millón de personas, soldados, combatientes, mujeres, ancianos, niños, todos se echaron a la carretera que une Barcelona con Francia movidos por el deseo de escapar a la horrible represión desencadenada por las tropas fascistas. Al anuncio de que las tropas rebeldes se acercaban a la capital catalana un movimiento de pánico se produjo y los habitantes de la ciudad abandonaron casas y bienes, seguían al ejército republicano que no tenía bastantes fuerzas para oponerse a los rebeldes. 

Así comenzó la Retirada, este nombre ha quedado como el de una de las mayores tragedias del pasado siglo, que no es avaro en ellas. La Retirada es un verdadero martirio, una verdadera pasión. La guerra civil española fue un compendio de horrores, asesinatos humillaciones, violaciones robos y desprecio, nada fue ahorrado a los republicanos culpables para los fascistas de haber defendido el régimen legal de su país. Las atrocidades cometidas por los que ya eran vencedores todos las conocían, Franco había traído a los moros de Marruecos y les dio carta blanca, podían asesinar, robar y violar como quisieran, y no se privaban de hacerlo, como también lo hicieron en Asturias, donde Franco, después general rebelde, fue llamado por la  Republica para reprimir a los mineros de Asturias.

Los cuatro mil fusilados en la plaza de Badajoz por orden del general Yagüe,  la gente lo sabía, que el general Mizzian al mando de las tropas moras diese a las jóvenes republicanas a sus soldados para que se divirtieran, era conocido, solo duraran 4 horas, le dijo a un corresponsal del periódico……. Que le escuchaba horrorizado dar semejante orden. A propósito, este marroquí, criminal de guerra, tiene hoy día un museo en Marruecos, a su inauguración han asistido el embajador socialista de España en Marruecos y varios mandos de nuestro glorioso ejército.

De los pueblos de Barcelona, de los pueblos de toda Cataluña, la gente se unía a aquella  desbandada venían con sus bienes a cuestas, en carros, en mulos, casi todos a pie. Poco a poco, en el curso de su vía crucis, iban abandonado sus recuerdos en la cunetas, otros abandonaban allí sus vidas.  El ejército fascista aprovechó la ocasión que se le brindaba para continuar el genocidio programado contra los republicanos. Los aviones aparecieron, ametrallaban a todo el mundo, no solo a los soldados de un ejército que huía, sino sobre todo a los civiles, después de cada ataque la carretera y los campos quedaban llenos de cadáveres que nadie podía enterrar, aun mas desaparecidos. Por fin avistaron la frontera, medio millón de republicanos se aprestaban a dejar su país, unos pasaron por La Vajol, pequeño pueblo escondido en la montaña del lado francés, otros,  la mayoría, pasaron por la Pertus, estrecho pasaje donde acaba la carretera española y empieza la francesa, a parte de cuatro casas no había gran cosa para acogerlos, los que les esperaban eran los gendarmes franceses, dispuestos a desarmarlos y sin poder, a cambio, ofrecerles ningún abrigo, los niños, las mujeres sufrían horriblemente del frío, en las fotos que conocemos podemos ver en sus ojos su martirio.

Uno de los pasos más dramáticos fue el de Cerbere, desde Port-Bou para llegar al paso hacia Francia hay que subir una empinada cuesta, los fugitivos subían viendo ya cerca su salvación, se equivocaban, los aviones seguían ametrallándoles en picado, los franceses habían instalado las baterías antiaéreas en la cima y tiraban continuamente formando una barrera para evitar que los aviones fascistas bombardearan al otro lado de la frontera. Abajo, en Port-Bou está el túnel que une la última estación de España con la primera de Francia, algunos, muchos, se refugiaron allí para evitar el bombardeo, de nada les sirvió, el túnel fue bombardeado y todos murieron allí.

A los que consiguieron pasar al otro lado les esperaban también los gendarmes para conducirles a lo que sería su destino, el siniestro campo de Argelès.  Entre los que pasaron por allí había una mujer con dos niños de la mano, había llegado hasta aquel paso desafiando las nieves de la montaña de Olot, pero venía de más lejos, venía de Asturias, de donde escapó con sus hijos, a la caída del País Vasco, unos cuantos barcos  llevaron hasta Francia a los que fueron de  los primeros exilados, no fue fácil llegar, los barcos fascistas, como ahora la aviación, les esperaban para hundirlos con su carga de mujeres y niños. Los barcos de la Royal Navy se interpusieron, amenazando a los rebeldes con sus cañones, así consiguieron llegar a las costas francesas. De aquellos refugiados algunos se quedaron en Francia, otros volvieron hacia Cataluña para continuar la lucha, mi suegra, pues se trata de ella, volvió, con mi futuro marido y mi cuñada, a su país, creía encontrar en Barcelona a su marido que quedó defendiendo La Felguera. Cuando dando la mano a sus hijos seguía la ruta que le llevaría a las arenas del campo aun no sabía que ya hacía un año que su marido había sido fusilado por los franquistas, sus restos reposan en la gran fosa de Oviedo con 1.600 compañeros.

Los combatientes republicanos cuando pasaron la frontera con Francia pensaban que estaban cumpliendo un repliegue táctico, la idea de muchos es que volverían a entrar por otras fronteras para continuar la lucha en Madrid, que aun era libre. Sus ilusiones duraron poco, desarmados y maltratados fueron conducidos a los campos del sur de Francia, en ellos nada había previsto para acogerlos. Sus sufrimientos fueron indecibles, al hambre, al frío y a los malos tratos se unían la humillación, tanto los combatientes como los civiles no comprendían que se les acogiese en Francia como facinerosos, ellos habían defendido el régimen legal de su país, eran el ejército regular, y sin embargo se les maltrataba como si se les reprochara haber defendido la democracia frente al fascismo, y eso en un  país democrático y republicano, nadie podía entender semejante cosa. Muchos, casi todos, desconocían la propaganda que la Iglesia Católica en Francia y la derecha francesa, próxima al fascismo, como luego se vio,  hacían, presentando a los republicanos como unos endemoniados, rojos y diciendo incluso que les había crecido un rabo, a nuestros valientes soldados se les representaba como delincuentes, mientras tanto los rebeldes asesinaban por doquier, pero de eso en Francia nadie quería saber nada.

Argelès, Barcares, Saint-Cyprien, Septfonds, y algunos más, sus nombres quedarán para siempre en la historia de la pasión española. Gurs, el poeta francés Aragon dijo que su nombre sonaba como un sollozo, el sollozo de todos los españoles que sufrieron martirio entre sus alambradas.

Yo voy a hablar del campo de Argelès, es el que más conozco, mi marido y su familia fueron aparcados allí, así como uno de mis tíos maternos, fue además, un de los más representativos de esta tragedia que hizo 15.000 muertos en apenas 5 meses.

Este campo no era más que una inmensa playa, lo que se preparó para la acogida de civiles y combatientes fue las alambradas, la principal preocupación de las autoridades fue el que no pudieran escapar, de allí no se salía sino muerto, con los pies por delante, como se dice. El frío de aquel mes de febrero fue tremendo y la tramontana helada no dejaba de soplar, para guarecerse no disponían más que los agujeros que hacían en la arena y que tapaban con las mantas que llevaban. Los hombres de un lado, mujeres y niños del otro, así se separaron familias que nunca mas se encontrarían.

Para reprimir cualquier protesta los franceses dejaron la guardia del campo a los senegaleses, compañía de soldados africanos a las órdenes de los colonialistas. Como los moros en España, tenían manga ancha para practicar todas las exacciones que quisieran. Muchos refugiados murieron bajo las patas de sus caballos, era la distracción de aquellos monstruos el patear a los que se tumbaban agotados en la arena. La disentería proliferaba y no tenían medicamentos y ni siquiera wateres para hacer sus necesidades, cuando se acercaban al mar para aliviarse los senegaleses se echaban con sus caballos sobre ellos y los pateaban entre las olas. Los combatientes encontraron la defensa, los años de lucha les daban experiencia, cuando un caballo se les echaba encima al galope, ellos les cogían de las patas de delante tumbando a la montura y al jinete, muchos de ellos llevaron buenas palizas.

Creeréis que exagero al contar la actuación de los senegaleses, la prueba de que no es así es que el escándalo de sus desmanes llegó hasta la población de la región y las autoridades militares los retiraron del campo y los enviaron a una guarnición del norte de Francia, allí estaban cuando empezó la guerra con Alemania y todos murieron en lo que se da por llamar el campo del honor, nunca he sabido porqué llaman así a donde se producen tantas carnicerías. Hoy día existe una calle dedicada a los senegaleses en Perpiñan, no se si es debido a su exterminación durante la guerra, o a la manera en que reprimieron a los republicanos que fueron,  antes que ellos, víctimas de los fascistas.

El tiempo fue pasando y los campos se vaciaban, algunos internados consiguieron escapar, otros se rindieron a las presiones de las autoridades francesas, y volvieron a España, las seguridades que dieron los fascistas para su regreso no sirvieron de nada, todos acabaron en la cárcel, o enviados a campos de trabajo, así se construyó el Valle de los caídos, los caídos en este caso fueron los trabajadores forzados que allí murieron para gloria de Dios y de España.

Los habitantes de la región vieron la oportunidad de tener mano de obra barata, así que iban a los campos para escoger los exilados más fuertes y hacerles trabajar a cambio de comida y un camastro, en el campo o en la construcción. Hoy en día sus descendientes me han enseñado las casas que construyeron sus padres sin ningún pago, esclavos modernos.

Otros terminaron sus vidas en el hospital de Perpiñan, tirados en los pasillos, sobre la fría piedra de aquel edificio vetusto encontraron la muerte, los que sobrevivieron contaban que hasta el último momento todos soñaban que volvían a su país y a su pueblo.

Algunos fueron obligados a alistarse en el ejército y en la legión francesa, la guerra con Alemania comenzaba y se necesitaba carne de cañón. El destino de estos soldados no fue menos horrible. La guerra con Alemania no duró mucho, los franceses no opusieron gran resistencia a los nazis. Tenían muchas razones para ello, la guerra del 14-18 había despoblado el país, nadie quería volver a vivir aquello. Por otra parte los mandos del ejército simpatizaban con el nazismo, todo antes que la mala hierba del frente popular, también pensaban así los grandes industriales, un régimen fascista en Francia sería la ocasión de recuperar los pocos derechos que los trabajadores habían arrancado con su lucha al Frente Popular. A los republicanos españoles se les llamaba «l`armee en deruote» el ejército derrotado, frase sacada de un celebre verso de Víctor Hugo, en este caso los derrotados fueron ellos, y no pararon de correr hasta que el país se rindió a las tropas alemanas y se puso al siniestro mariscal Petain al mando del estado. Ese mariscal de Francia había encontrado la gloria durante la guerra del 14-18 y su mayor hazaña fue la de diezmar el ejército fusilando a los pobres soldados que protestaron por la manera inhumana con que les trataban los mandos y por la dureza de la guerra. Petain colaboró sin complejos con Hitler y al pueblo francés le pareció muy bien dicha colaboración ya que les aseguraba la tranquilidad y el fin de las hostilidades. Algunos franceses patriotas prefirieron exilarse en Inglaterra, allí fueron acogidos mejor que ellos acogieron a los antifascistas españoles. Otros entraron en la resistencia, una resistencia a la que darían su carne y su sangre los españoles.

Recordemos el destino de los que se alistaron en el ejército francés, esto les daba la posibilidad de salir de los campos donde tanto padecían, además, el hecho de proseguir la lucha contra el nazismo les gustaba, no era más que la prolongación de su guerra en España. Como decía, la guerra duró poco, y la mayoría de estos soldados se encontraron prisioneros de los fascistas, los mismos que a los que combatieron en su país. Los alemanes se dirigieron al ministro de asuntos exteriores de la dictadura, Serrano Suñer, para preguntarle que podían hacer con los prisioneros y con la masa de refugiados que se encontraba en Francia. La respuesta fue tajante, no son españoles, les retiramos la nacionalidad y podéis hacer con ellos lo que queráis. Esta respuesta asesina fue la causa del exterminio de los españoles en unos y otros campos. Creo que sabéis que Serrano Suñer murió, no hace mucho, respetado y ensalzado por escritores y periodistas que se llaman demócratas, nadie le reprochó sus crímines, otro efecto de la transición que nos condenó al olvido.

Del horror de los campos, del honor de la resistencia, podría hablar mejor que yo, mi colega, su padre conoció todos estos avatares sangrientos.

No todos los exilados quedaron en Francia. Algunos de ellos consiguieron llegar hasta México, único país que de buena gana aceptó un contingente de refugiados, muchos de los que allí llegaron eran intelectuales que durante la prolongada dictadura se ocuparon de que no se olvidara la República robada por los fascistas. Otro país que aceptó un número restringido de republicanos fue Chile. Pablo Neruda, el poeta chileno que murió de pena al tener que enfrentarse con otra dictadura que siguió los pasos de la nuestra, fuimos pioneros en genocidios, consiguió de su país que fletara un barco, y parte de los gastos los pagó de su bolsillo. Así consiguió salvar a algunos republicanos del exterminio que les esperaba en Francia.

Otros consiguieron refugiarse en Rusia, fue un número muy reducido de republicanos los que consiguieron llegar hasta allí, entre ellos los niños de la guerra, de ellos os hablará mi colega.

La historia de los que quedaron en Francia y consiguieron escapar de las garras de Petenistas y alemanes está llena de actos heroicos, La resistencia francesa se nutrió de aquellos soldados aguerridos en la lucha antifascista. Yo quisiera recordar las heroicas acciones de gentes que sin ser soldados nunca abandonaron la lucha. Existen muchos ejemplos, daré uno ya que he conocido personalmente a los protagonistas. Se trata de una familia, llamémosla familia Ramos, pues bien, después de pasar la terrible retirada pudieron encontrarse, venían de Madrid, allí estuvieron combatiendo al fascismo con las armas en la mano, tanto el marido como la mujer, tenían un niño de pocos años y se encontraron reunidos en un pueblecito de los Pirineos, allí les sorprendió la guerra y la derrota. Pronto Francia fue ocupada completamente y en el pueblo existía una guarnición alemana. El marido trabajaba en su oficio y la mujer se ocupaba de sus labores, es decir de su casa y su hijo, debido a la penuria de combustible una de sus principales actividades consistía en salir al monte con su hijo de la mano para recoger leña, los alemanes que vigilaban, la frontera con España estaba próxima, se acostumbraron a verla, sonreían al niño y conversaban con la madre que no se negaba a hablar con ellos. Al parecer, y según me han contado algunos refugiados, los alemanes, cuando no exterminaban a los republicanos les mostraban simpatía, reconocían la valentía con la que les hicieron frente en España.

Llegó el fin de la guerra y el pueblecito fue liberado, los que para nada se opusieron a la ocupación, ahora hacían gala de patriotismo, la distracción de los patriotas de última hora consistía en denunciar a las mujeres que, según ellos, habían colaborado con los ocupantes y así raparlas la cabeza, como hacían también los fascistas en España. Pues bien, esa es la suerte que pidieron para la Sra. Ramos a las autoridades militares, según ellos el hecho de que hablase con el enemigo en sus paseos por el monte merecía un severo castigo.

Las autoridades les escucharon atentamente y después de consultarse les dijeron que se reunieran al día siguiente en la plaza del pueblo donde la encausada recibiría su merecido ante todos lo habitantes.

Así lo hicieron, supongo que con la misma emoción e interés que guiaba a los que hacía pocos siglos asistían a la quema de brujas, siempre era una distracción. Así se hizo, la Sra. Ramos esperó firmemente a los militares y civiles acompañada por su marido y su hijo.

Al llegar frente a ella las autoridades se cuadraron y la saludaron militarmente. Después en nombre de las tropas aliadas la condecoraron con las tres medallas más importantes, la Legión de Honor, la Victoria Cross, inglesa y la medalla del Congreso por los Estados Unidos. La historia de aquella heroína republicana era la siguiente, formaba parte de una red de la resistencia francesa encargada de pasar aviadores y paracaidistas aliados, caídos en Francia y otros perseguidos hacia España. Los combatientes que conseguían así huir a la muerte segura que les esperaba en manos de los alemanes, tenían por costumbre pedir recompensas para sus salvadores. La señora Ramos tenía por misión esconder y encaminar a los huidos y ponerlos en contacto con los encargados de pasarles por las montañas hacia la salvación. Los paseos que daba por la montaña con su hijo servían para cumplir dicha misión, decía que muchos de sus mensajes los mandaba y recibía entre los troncos que recogía en el bosque, algunos los llevaba su hijo en su hatillo.  

El pueblo nunca olvidó aquella lección, desde entonces consideró a la española como una heroína de la resistencia y vivió y murió rodeada del amor y la admiración de los suyos y de todo el  pueblo. Su funeral fue una demostración del respeto en que la tenían, todo el pueblo participó. La Señora Ramos vivió y murió respetada por todos, pero murió lejos de su país, su lucha no sirvió para conseguir el fin de un fascismo que aun duraría 30 años más  y cuyas consecuencias seguimos padeciendo.

Esta mujer no fue la única en recibir medallas y honores, muchos españoles tuvieron también derecho por los mismos motivos, por haber pasado la frontera a perseguidos y por haber participado en la resistencia francesa. 

Otros siguieron caminos distintos, pudieron alistarse en tropas aliadas y participar en la guerra de liberación de Europa. Los tanques de la división Leclerc que entraron los primeros en Paris estaban conducidos por españoles y lucían los nombres de grandes batallas de la guerra de España, Guadalajara, Madrid, Belchite. Siguieron participando en la lucha con los aliados hasta llegar a Alemania.

Aquella guerra era la suya, la guerra contra los fascistas, una vez vencidos estos, tanto en Alemania como en Italia, solo quedaba España, donde la cruel dictadura no había dejado nunca de llevar a cabo el genocidio contra los republicanos. Era natural que el último país fascista fuera liberado también. Los generales a las órdenes de los cuales habían luchado en Europa así se lo habían prometido y en ello confiaban.

Una vez la paz firmada los soldados republicanos, los jóvenes exilados, se concentraron en las montañas de los Pirineos esperando las órdenes de entrar en España, cosa que creían que se haría de concierto con las tropas aliadas, así lo creían y no fue así. Nada pudo convencer a los vencedores de liberar también España, la agonía de un pueblo entregado en manos del fascismo no les interesaba, la heroica lucha de los republicanos que resistieron durante tres años al fascismo que ahora ellos habían vencido, tampoco lo tenían en cuenta. Los intereses políticos de esas naciones capitalistas pasaban ante todo.  

Los ingleses siempre habían tenido buenas relaciones con Franco, cuando éste estaba en Burgos al principio del levantamiento, se apresuraron a mandarle un embajador, deseaban preservar sus intereses económicos en España, tales como las minas de Río Tinto en Andalucía. Más tarde, una vez empezada la guerra europea, buscaron acuerdos con el dictador para que este no dejara paso libre a sus aliados alemanes para que estos tomaran Gibraltar y así controlaran el estrecho, privando a Inglaterra de comunicación con sus colonias.

Los ingleses prometieron a Franco, a cambio de su neutralidad, la devolución de Gibraltar y su apoyo una vez la victoria conseguida. Esto lo hicieron, en cuanto a Gibraltar sigue sin ser español. 

Los norteamericanos tenían otras razones, Franco les convenía, era defensor de los intereses capitalistas, como ellos y además anticomunista, como ellos, sabían que el enfrentamiento con la Rusia Soviética era ineluctable, la guerra fría no tardaría en comenzar. Les convenía tener en el poder al centinela de Occidente, como Franco se autoproclamaba, gran perseguidor y exterminador de comunistas, además de otros demócratas, si en un principio los europeos fueron reticentes con la dictadura, pronto siguieron las ordenes del amo americano. El año 53 vio los acuerdos de la dictadura con los Estados Unidos, el gran patriota les cedió parte de nuestro territorio para ubicar sus bases, vendió trozos del país donde la soberanía española no existía, zonas en el que el único derecho que regía era el del imperialismo. Estas bases sirvieron para todos los ataques y guerras que los imperialistas emprendieron, también allí reinaba la ley de la CIA. Este estado de cosas todavía dura, aunque las bases que existen hoy día pasan por ser conjuntas con el estado español, en realidad nada ha cambiado, de allí han partido ataques contra Afganistán, allí se reciben los aviones en los que la CIA conduce a sus prisioneros no identificados a su centro de tortura y muerte en Guantánamo. El gobierno dice no saber nada, puede que sea verdad, pero en todo caso debería saber lo que pasa en su territorio, o quizás se trate de un territorio que sigue sin pertenecernos.

El apoyo de los Estados Unidos y el concordato con el Vaticano que daba a la Iglesia todo el poder que deseaba, acabó por afianzar la dictadura, el exterminio de los republicanos garantizaba además, un silencio de muerte. Todos al suelo.

Por todas estas razones los aliados no quisieron ayudar a los exilados a reconquistar la patria que habían perdido. Los que tanto habían esperado, tanto luchado no podían aceptarlo, reunidos en las montañas emprendieron la marcha hacia el país que perdieron, ellos solos, con las armas que habían podido recuperar en su lucha contra los alemanes, sin contar con otro apoyo que el de algunos  guerrilleros que continuaban luchando en las montañas de España, aquella gloriosa gesta fue un desastre, pero mostró al mundo el valor de los indomables soldados de la República.

Las ilusiones de los exilados no terminaron así, durante los treinta años de dictadura continuaron luchando y esperando que de un momento a otro el régimen caería roído por su podredumbre. Muchos de ellos esperaron la vuelta con las maletas hechas, en habitaciones de hotel, ¿Para que instalarnos mejor si vamos a volver? Eran visionarios, cada uno llevaba en su corazón los trozos del país que había perdido.

Noticias del interior, como se decía no tenían muchas, las familias perdidas no se atrevían a comunicar con ellos, recibir una carta de Francia podía resultar peligroso, menos aun pensaban ir a verlos al extranjero por las mismas razones. Si no habéis conocido aquella época quizás podríais creer que exagero, no es así, os contare algún caso que muestra, la dificultad de comunicar entre los exilados y sus familias.

Los que se movían en la noche y el silencio franquista nada sabían de las tragedias que los suyos habían afrontado en Europa, al contrario, creían que su suerte era mejor que la que a ellos les tocaba, sometidos, como estaban a una feroz represión.

Una pequeña anécdota, casi divertida. Mi marido se naturalizo francés para poder ir a Asturias para visitar a su familia, era a mediados de los años 60, yo le dije, con ironía, sabia que no me iba a creer, “cuando estés en el pueblo no se te ocurra nombrar a Franco en la calle”. Me miró encogiéndose de hombros, pensando que mi antifranquismo me llevaba a exagerar las cosas. Al volver lo primero que me dijo es que sus tías le advirtieron que no nombrara a Franco en la calle, con mis mismas palabras.

Mi marido no creyó en mi advertencia, otros tampoco podían tener idea del miedo que padecía la gente, no podían hacerse una idea de la represión que aun duraba, que duró hasta el final del régimen dictatorial.

Ahí va otro ejemplo de la incomprensión que reinaba entre unos y otros. Uno de los que vivían exilados, republicano catalán que tuvo que huir arrastrado por la retirada, quiso volver al país antes de morir, no para quedarse simplemente para ver a los suyos. Cuando llegó a la estación de su pueblo vio que había un grupo de familiares que le esperaban, se acercó a ellos con lágrimas en los ojos, su sorpresa fue grande cuando una de las mujeres presentes le apostrofó diciendo que se volviera inmediatamente por donde había venido, nada querían con él, en este caso no era solamente el miedo a recibirlo, la herida era más profunda. El republicano del que hablamos pudo escapar con su mujer y sus hijas, pertenecía a un sindicato y sabia lo que le esperaba si caía en manos de los fascistas. Su hermano, que nunca se había mezclado en nada no quiso marchar. Lo que aquella pobre mujer contó a nuestro hombre fue lo siguiente, los falangistas fueron a buscarlo, al no encontrarlo mataron a su hermano y violaron a su mujer, ella era la hija de ambos. Desesperada echaba la culpa de su desgracia a su tío que tuvo la suerte de huir.

El exilio nunca se rindió, durante los años negros continuó la lucha antifascista, Toulouse fue una de las capitales del exilio, allí se habían concentrado muchos de los republicanos supervivientes. Desde allí los luchadores enviaban gente al interior, como se decía, apoyaban los que allí se enfrentaban con la represión, o bien iban a su país para continuar luchando, como siempre habían hecho, por la República. Muchos de ellos lo pagaron con su vida, recordemos a Granado, Delgado, Puig Antich, Grimau, Cristino García y tantos otros que no se rindieron nunca, todos luchaban conjuntamente con los exilados, el exilio de los republicanos fue un exilio de lucha.

Las democracias europeas nunca apoyaron a los que luchaban para que España tuviese un régimen como el de ellas. Los antifascistas eran vigilados tanto por la policía francesa, en el caso de que vivieran en este país, como por los espías de la embajada española; los partidos y sindicatos estaban infiltrados por toda clase de provocadores. El Partido Comunista de España se vio obligado a refugiarse en Praga y en Moscú, naturalmente en España estaba perseguido y reprimido ferozmente, pero en  Francia también, tenía que ser clandestino y sus militantes no podían pedir asilo político en nombre de su partido.

Al acabar la guerra los republicanos seguían sin tener nacionalidad, eran apátridas por decisión de Serrano Súñer y el fin del fascismo Europeo no cambió para nada su estatuto. La gran tragedia de la guerra  había dejado en las carreteras cientos de miles de refugiados, para ocuparse de ellos se creó el alto comisariado para refugiados y apátridas, Francia creó su propio organismo la O.F.P.R.A. (Oficina francesa para la protección de refugiados y apátridas), de ella dependieron los refugiados españoles hasta la muerte de Franco.

Los nuevos exilados que fuimos llegando a Francia debido a la represión también éramos considerados como refugiados y se nos daba una carta de nacionalidad ya que no éramos españoles, al pedir el refugio perdíamos la nacionalidad española, esto era necesario, sino estábamos expuestos a que la dictadura pidiera nuestra extradición, e incluso que se nos llevase a la frontera por la fuerza. Esta carta de nacionalidad conllevaba una condición, importante para nosotros, era lo de comprometerse a no ejercer ninguna actividad política, debo deciros que fue una condición que nunca cumplimos. También debíamos explicar por escrito los motivos de nuestra petición de amparo, interrogados por la policía francesa debíamos dar nombres de partidos y militantes, tampoco esto lo cumplíamos, en principio estas informaciones debían quedar en Francia, pero de hecho no era así, estaban propiciadas para que la policía española las utilizase contra los antifranquistas. Todos nos las arreglábamos para despistar como podíamos. Así pudimos continuar la lucha anti-franquista desde el país vecino, ya no eran los que pasaron la frontera en la retirada los que luchaban solos, también lo hacían sus hijos, y desde el exterior, como se decía, se apoyaban las luchas que en España se extendían, luchas sindicales o políticas protestas contra la represión, los exilados nunca dejaron de apoyar todas estas acciones. Quisiera recordar aquí el terrible caso de Granados y Delgado, compañeros de las juventudes libertarias que fueron enviados a España con una misión de toma de contacto con los grupos de Madrid, la policía los detuvo y les acusó sin pruebas de haber puesto unas bombas que estallaron, sin hacer víctimas en aquellos días, el hecho de que los que habían realizado la acción reprochada se declarasen culpables, no sirvió de nada  fueron juzgados por un tribunal militar y ejecutados, hoy en día seguimos batallando para que su proceso se revise, sin éxito, las sentencias fascistas siguen vigentes. También pedimos la anulación de todos los juicios de los tribunales militares de Franco por los que se condenó y ejecutó a los que defendían el régimen legal como rebeldes y eso por los mismos que se rebelaron contra la Republica. La ley de memoria histórica que Zapatero quiere hacernos tragar no contempla dicha anulación, es una ley injusta de punto final y que tiende a hacernos callar una vez por todas, depende de nosotros que no lo consiga.

Es necesario que nos rindamos a la evidencia, no abrá justicia, no habrá reconocimiento de tantas víctimas republicanas que lucharon para que hoy día haya una democracia en este país sino tenemos una Republica. El rey es heredero de Franco, heredero del fascismo y esta ahí para defender a los que fueron verdugos, contra el justo clamor de las víctimas. Debemos luchar por la III Republica y que venga pronto. Que la traigamos todos con nuestra lucha.

Milagros Riera

http://ateosyrepublicanos.blogspot.com/ 

2 Respuestas a “Historia de un exilio por Milagros Riera

  1. marco

    si eres descendiente de juan tejon contacta conmigo tengo muchos daos de tus ascendientes.
    marco

  2. marco

    contacta conmigo

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